agosto 12, 2009

Páginas perfecta

Fatigo (no hay mejor verbo, cuando se trata de leer a Borges) El Aleph. Comencé en el cruce de las Calles 46 y 46 de un pueblo llano y caliente; seguí en una librería de Victoria en la Ciudad de Las Casas; termino en la Calle Reforma de un pueblo de pan y neblina. De pronto esto es un laberinto, un juego de nombres. No más laberinto que las líneas que cruzan el rostro del que me mira en el espejo, ni más nombre que su nombre.

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