agosto 24, 2008

Cotidiano

Tras una lectura de Alquimia de tendajón (Charles Simic, 1996) miro la acera donde piso: una mancha de aceite, la sombra de una palmera, el eco del viento: al lado sigue el ruido, las voces, los pasos. El caracol del tiempo y su murmullo incesante. De este lado las piedras sueltas del pavimento insinúan los signos ocultos de una nueva melancolía.

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