marzo 07, 2008

Voz del Sur

La primera vez que escuché a Zitarrosa tuve que orillarme en carretera. No por su voz, sino por un neumático averiado. Era media noche. Su Guitarra Negra comenzó a decantar las estrellas del cielo. Varios años después, me he acostumbrado a medir los viajes con su Milonga de ojos dorados: Tres milongas para llegar a la escuela, dos para ir del Centro a la casa, siete para llegar a la autopista. Siguiendo una mirada así.

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