Casi nada. Diario de a bordo. Baúl de recuerdos. Anotaciones para cuando se ofrezca. Remedio casero para el olvido. Memoriario. Archivo muherto. Paisajes para después de la batalla. Fusilería. Casi todo.
febrero 01, 2008
Ensayo de la voz
Zenén canta la canción de la tierra, de su tierra, jaranero. Pienso en el ensayo como lo concebía Reyes: ideas en torno a una idea, a su vez engrendradoras de ideas. La voz de Zenén Zeferino convoca las voces de Jáltipan, el acento arrastrado por el viento, y se desparrama en el Sotavento como el cúmulo de todas las voces posibles.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
Ocurrió hace años, cuando la mitad de mi ciudad era, más que ciudad, una serie pueblitos y haciendas conurbadas. Nuestra casa estaba justo enfrente de una de esas construcciones tan de aquí que parecen crecer del suelo: paredes de barro, techo de palma y zacate, un enorme terreno donde criar animales. Una noche, en aquella casa, hubo algún problema que terminó en el enfrentamiento de dos hermanos con suficiente alcohol en su organismo para preservarlos de la corrupción de su cuerpo en caso de fallecimiento. Uno de ellos, fue herido con un machete. Sobrevivió, pero requirió mucho tiempo y terapia para recuperarse. Entiendo que hacía ejercicios especiales para recuperar el uso de uno de sus brazos, pero yo me acuerdo, más que nada, de lo que hacía para recobrar la capacidad de articular las palabras. Sentado en una enorme piedra, junto a la albarrada blanquísima, cada tarde, se le escuchaba repetir hasta el cansancio, con voz al principio frágil, pero poco después profunda y sonora: "pooleecíiiaa".
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Ocurrió hace años, cuando la mitad de mi ciudad era, más que ciudad, una serie pueblitos y haciendas conurbadas. Nuestra casa estaba justo enfrente de una de esas construcciones tan de aquí que parecen crecer del suelo: paredes de barro, techo de palma y zacate, un enorme terreno donde criar animales. Una noche, en aquella casa, hubo algún problema que terminó en el enfrentamiento de dos hermanos con suficiente alcohol en su organismo para preservarlos de la corrupción de su cuerpo en caso de fallecimiento. Uno de ellos, fue herido con un machete. Sobrevivió, pero requirió mucho tiempo y terapia para recuperarse. Entiendo que hacía ejercicios especiales para recuperar el uso de uno de sus brazos, pero yo me acuerdo, más que nada, de lo que hacía para recobrar la capacidad de articular las palabras. Sentado en una enorme piedra, junto a la albarrada blanquísima, cada tarde, se le escuchaba repetir hasta el cansancio, con voz al principio frágil, pero poco después profunda y sonora: "pooleecíiiaa".
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