diciembre 12, 2007

Tzigane

La noche que conocí a Koudelka no fue en blanco y negro, ni de ejecución de claroscuros a la Rembrandt. Nada extraordinario esa noche. Más que un periódico viejo. La silueta distorsionada de un hombre cerca de una pared desnuda. Nada más. Koudelka apareció y desde entonces la mancha, errante, ha quedado impregnada en la pared.

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